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viernes, 22 de febrero de 2013

3 de Febrero de 2012


Sentado entre piropos y almandinos
viendo el océano negro
revolviéndose como un poderoso leviatán informe
recuerdo cuando el sol se filtraba por la palmeras
cuando nada era oscuro
y los escombros de lo real no se esparcían
a mi rededor;
más,
no podría cambiar ni una coma
de lo que fui
e hice sin pensar
pues aquello soy yo,
el que se sienta ahora a contemplar
el fuego de las nubes caer sobre Nínive
y las aguas del Eufrates inundar el desierto
donde ululan los terrores.
Como los zigurats corroídos
caigo a trozos, esperando que tú,
en tu finita y limitada piedad
recojas mis limos y lo guardes en un frasco de loto negro de Estigia.
Eso salvará lo poco que queda de mí.

R.C. 3-2-13
Poemario a bocajarro.

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