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jueves, 7 de marzo de 2013

Apuntes del País de los Sueños (II): los amantes del Norte

La bruma cubre con blanca pátina el arroyuelo que sube a la montaña. Por lo general, en el País de los Sueños, las aguas siguen el curso normal que vemos en un río terrestre, bajando por gravedad, pero algunos, y casi siempre forzados por un habitante que fue sueño, fluyen hacia las nieves eternas de las Montañas Azules, para terminar convertidos en hielo. Los seres que se sumergen por los pedregosos fondos fueron soñados por “los amantes del Norte”, clase especial de soñador que anhela vivir en las extensas áreas boreales, inhóspitas y salvajes, por donde anda el Wendigo. Viven sus vidas ansiando el viento solano, y los desafortunados frigus amantius que habitan en los trópicos son embargados por una tristeza sin límite, mitigando su calurosa angustia con sorbetes, lecturas de Jack London y siestas interminables junto a los terribles Mi-go.
Cuando sus crisálidas se abren en los juncos, homónculos diminutos caen al agua, y allí crecen como tritones bufescos o hermosas sirenas con cola de siluro. Hay una sustancia en ellos, φυσική πορεία των επενδύσεων (inversión de curso natural), que hace que el arroyuelo donde viven se detengan.


Este momento es crítico en el mundo soñante, pues si es demasiado caudaloso no se invierte el flujo; mas si el río el río es muy pequeño contamina las aguas, empantanándose y cegando los veneros oníricos, cuya agua imaginaria se transforma en fresco líquido por sublimación onírica. Las criaturas propias del País de los Sueños se ahogan y el río muere, convirtiendo en pesadilla la noche de “los amantes del Norte” que incubaron el sueño en su mente.
Cuando el río aguanta bien, invierte su curso, como hemos dicho, buscando las nieves eternas de circos y rimayas. La sangre de los tritones y sirenas es mágica, y es ávidamente buscada por los malvados brujos de las esferas inferiores, que se internan en las tierras oníricas invocando a
Nyarlathotep, o a alguno de sus esbirros. Es la sangre de estos azul celeste y forma parte del Vinun Sabatti del que ya oímos hablar al Dr. Joseph Haberden, recogido por Machen en sus crónicas.
Estos seres acuáticos, al ser voluptuosos, se reproducen entre sí, creando habitantes autóctonos del mundo de los sueños. No son si tritones ni sirenas, sino humanos oníricos, con las características caras de los Dioses Otros, que permite el apareamiento, y a los que yo, Randolph Carter, he visto danzar. Son criaturas sencillas, que se dedican a labrar la tierra y horadar la montaña en busca del ónice y del pórfido.
[...]

4 comentarios:

  1. me gustaría pasear un día por el País de los Sueños y nadar en su río... sólo por un día

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    1. Lo bonito del mundo de los sueños es que es compatible con la vida vigil. Puede estar en los dos sitios a la vez.

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  2. Me gustaron sus bonitas y extrañas descripciones. Me parece como si la propia extravagancia apoyara la realidad de su sublimación onírica. Un saludo desde las esferas exteriores.

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    1. Ojalá fuese así, querido Bellamy, pero me conformo con que le gusten estas fantasías.
      Un abrazo en Cthulhu.

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